La crisis miasténica es una complicación potencialmente mortal de la miastenia grave. Sucede cuando los músculos que utilizas para respirar se debilitan tanto que no puedes hacer entrar y salir suficiente aire de los pulmones.
No es lo mismo que un brote de miastenia grave, que afecta a todos los músculos del cuerpo y puede causar visión doble o dificultades para caminar. La crisis miasténica afecta solo a los músculos respiratorios.
¿A quién afecta?
Hasta un 20 % de las personas con miastenia grave experimentan al menos una crisis miasténica en algún momento. Algunas personas no saben que tienen miastenia grave hasta que sufren una crisis. Las mujeres con esta enfermedad tienen el doble de probabilidades de padecer una crisis miasténica en comparación con los hombres. Entre las personas menores de 55 años, las mujeres tienen una mayor probabilidad de tener una crisis que los hombres.
¿Qué causa una crisis miasténica?
Las infecciones respiratorias son un motivo común de las crisis miasténicas. En la mitad de los casos, no hay una causa clara. Otros factores incluyen:
- No tomar la medicación para la miastenia grave
- Reducir la dosis de medicamentos que controlan el sistema inmunitario
- Medicamentos como ciertos antibióticos, anticonvulsivos o esteroides como la prednisona
- Embarazo
- Dar a luz
- Síndrome premenstrual (SPM)
- Estrés
- Falta de sueño
- Dolor
- Cirugía
- Frio o calor extremo
Síntomas de una crisis miasténica
Una crisis miasténica puede presentarse lenta o rápidamente. La dificultad o el esfuerzo para respirar es el síntoma principal. Puedes notar que tu respiración es poco profunda o que los músculos están demasiado débiles para mover el aire al respirar. Otros síntomas incluyen:
- Acumulación de saliva en la garganta
- Incapacidad para tragar
- Debilidad en la mandíbula o la lengua
- Voz nasal
- Sensación de obstrucción en las vías respiratorias
¿Cómo se diagnostica una crisis miasténica?
Si tienes miastenia grave y dificultad para respirar, acude al hospital de inmediato. Los médicos realizarán pruebas para confirmar que se trata de una crisis miasténica y descartar problemas de corazón o pulmonares como insuficiencia cardíaca o coágulos.
Primero, el médico te hará un examen físico para revisar tus síntomas y tu historial médico.
Otras pruebas para diagnosticar una crisis miasténica incluyen:
- Radiografía de tórax (pecho)
- Ecocardiograma
- Ecografía pulmonar
- Prueba de la función pulmonar (espirometría) para medir la cantidad de aire que exhalas con cada respiración o la capacidad vital forzada (CVF)
El médico también descartará una complicación rara llamada crisis colinérgica, causada por una dosis alta de medicamentos para la miastenia grave. Los síntomas de una crisis colinérgica son distintos de los de una crisis miasténica e incluyen sudor intenso, náuseas, vómitos y diarrea.
Tratamiento de la crisis miasténica
Una crisis miasténica requiere atención de emergencia en el hospital. Los médicos te intubarán, insertando un tubo en las vías respiratorias. El tubo se conecta a un ventilador mecánico que te ayudará a respirar.
Si tu respiración y fuerza muscular mejoran, el médico reducirá gradualmente el uso del ventilador hasta que puedas respirar por tu cuenta. Muchas personas durante una crisis miasténica necesitan ser intubadas por al menos 2 semanas. Alrededor de un 25 % de esas personas deberán volver a ser intubadas después de dejar de usar el respirador.
A veces, una crisis miasténica puede tratarse con un dispositivo de presión positiva de dos niveles en las vías respiratorias (BiPAP, por sus siglas en inglés), que no requiere la inserción de un tubo. Se trata de un aparato que te ayuda a respirar enviando aire a los pulmones a través de una mascarilla ajustada o tapones nasales.
¿Se puede evitar una crisis miasténica?
Toma estas medidas para evitar o reducir el riesgo de una crisis miasténica:
- Toma los medicamentos para la miastenia grave que te haya recetado tu médico para mantener tus músculos fuertes.
- Toma los medicamentos media hora antes de comer para evitar que entren alimentos a las vías respiratorias.
- Come alimentos saludables para mantener un peso adecuado y fortalecer los músculos.
- Evita lugares con mucha gente o eventos en los que puedas contraer un resfriado, la gripe u otras infecciones respiratorias.
- Duerme y descansa lo suficiente.
- Busca maneras de manejar el estrés.