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Cuando te enteraste de que tenías enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés), anteriormente conocida como enfermedad del hígado graso no alcohólica, es posible que hayas recibido mucha información sobre sus efectos físicos en tu hígado y en el resto de tu cuerpo. Sin embargo, la enfermedad hepática también puede afectar a tu salud mental y emocional.

Si te has sentido triste desde tu diagnóstico, debes saber que alrededor de 1 de cada 5 personas con esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH, por sus siglas en inglés), la forma más grave de MASLD, sufre de depresión. Pero eso no significa que debas resignarte a vivir deprimido. 

Existen tratamientos efectivos para el estrés, la ansiedad y la depresión que comúnmente surgen cuando se tiene una  enfermedad crónica. Si no tomas medidas para cuidar tu salud emocional, controlar tu enfermedad hepática podría volverse aún más difícil.

Aquí te explicamos cómo la enfermedad hepática afecta a la salud mental y qué puedes hacer para sentirte mejor.

¿Cómo afectan las enfermedades crónicas a la salud mental?

Tanto la MASLD como la MASH son enfermedades crónicas. Esto significa que, una vez recibas el diagnóstico, probablemente tendrás que manejarlas y vivir con ellas por el resto de tu vida. Para hacerlo con éxito, es posible que necesites realizar cambios importantes en tu estilo de vida e incluso considerar medicamentos o cirugía. 

En pocas palabras, la enfermedad hepática crónica puede cambiar tu vida por completo, por lo que no es inusual sentir angustia, estrés, ansiedad o incluso depresión tras el diagnóstico.

Las personas con enfermedades crónicas tienen más probabilidades de padecer depresión en comparación con la población en general.

La depresión relacionada con las enfermedades crónicas puede ser causada por:

  • Ansiedad, estrés o desafíos constantes causados por el diagnóstico
  • Ansiedad, estrés o desafíos constantes a causa del tratamiento requerido y los cambios en el estilo de vida necesarios
  • Cambios físicos en el cerebro causados por algunas enfermedades crónicas, incluida la enfermedad hepática
  • Efectos secundarios de los medicamentos utilizados para tratar la enfermedad

¿Cómo afecta la enfermedad hepática a la salud mental?

Vivir con una enfermedad hepática puede traerte muchos de los desafíos que enfrentan las personas con cualquier enfermedad crónica. Al igual que otras condiciones crónicas, te enfrentas a una situación desconocida llena de obstáculos nuevos.

Sin embargo, la realidad específica de la enfermedad hepática puede afectarte de manera aún más profunda, ya que no siempre se desarrolla de la misma manera que otras enfermedades crónicas. Si la enfermedad hepática no se maneja adecuadamente, puede empeorar e incluso llevar a la necesidad de un trasplante de hígado. Es normal sentir miedo ante la incertidumbre del futuro, el riesgo de progresión de la enfermedad y la posibilidad de necesitar un trasplante de hígado.

¿El hígado tiene efectos directos en la salud mental?

No solo el diagnóstico de una enfermedad hepática puede generar estrés, ansiedad y depresión, sino que la propia enfermedad también puede provocar cambios en el cerebro que podrían afectar tu estado de ánimo y bienestar emocional.

¿Qué hace el hígado?

Tu hígado desempeña muchas tareas esenciales para el funcionamiento correcto de otros órganos, incluido el cerebro.

 Funciones clave del hígado:

  • Filtra sustancias tóxicas de la sangre, ya sean producidas naturalmente por el cuerpo o ingeridas a través del alcohol, drogas o medicamentos
  • Regula la coagulación de la sangre
  • Produce bilis, un ácido que ayuda a digerir las grasas y regula el equilibrio saludable de las bacterias intestinales
  • Almacena azúcar y la convierte en glucógeno para ser utilizada como energía más adelante
  • Produce proteínas esenciales para el plasma sanguíneo, las cuales transportan hormonas, nutrientes y otras sustancias a diferentes partes del cuerpo
  • Ayuda con la digestión y el metabolismo

¿Cómo afecta la insuficiencia hepática a la salud mental?

Si la enfermedad hepática progresa hasta el punto en que el hígado ya no puede realizar sus múltiples funciones esenciales, puede tener efectos negativos en el cerebro y, en consecuencia, en la salud mental.

Toxinas y estado de ánimo. Si el hígado no filtra correctamente las toxinas del torrente sanguíneo, estas pueden acumularse y afectar otros órganos, incluido el cerebro. Si las toxinas llegan al cerebro no solo pueden causar problemas cognitivos (con el pensamiento), sino que también podrían generar cambios en el estado de ánimo, el comportamiento y los patrones de pensamiento.

El intestino y el estado de ánimo. El hígado desempeña un papel importante en la regulación de las bacterias intestinales. Si no puede cumplir con esta función, el microbioma intestinal puede desequilibrarse. Esto se llama disbiosis intestinal, y significa que hay más bacterias dañinas que beneficiosas, o que la diversidad bacteriana está muy limitada. La disbiosis intestinal es común en personas con enfermedad hepática, y las investigaciones han encontrado un vínculo entre este desequilibrio intestinal y un mayor riesgo de depresión.

El azúcar en sangre y el estado de ánimo. El hígado tiene un papel clave en el control de los niveles de azúcar en sangre. Si estos niveles se descontrolan, puede desarrollarse resistencia a la insulina y, con el tiempo, diabetes. Aún se está investigando el vínculo entre la diabetes y la depresión, pero se sabe que las personas con enfermedad hepática y las que también padecen diabetes tienen más probabilidades de desarrollar depresión en comparación con aquellas que solo tienen enfermedad hepática. Según investigadores, el simple hecho de tener diabetes es deprimente, pero se está explorando una relación "bidireccional" (de dos direcciones) entre las dos afecciones. Es decir, la idea de que la diabetes puede empeorar o aumentar el riesgo de padecer depresión, y que la depresión puede empeorar o aumentar el riesgo de padecer diabetes.

Los nutrientes y el estado de ánimo. El hígado produce proteínas esenciales que el plasma sanguíneo —el líquido de la sangre— utiliza para transportar hormonas y nutrientes a las partes del cuerpo donde se necesitan. Las investigaciones han demostrado que tanto la desnutrición como los bajos niveles de proteínas en el plasma pueden contribuir al desarrollo de la depresión.

La inflamación y el estado de ánimo. Tanto la MASLD como la MASH son enfermedades inflamatorias. Son causadas por disfunción metabólica inflamatoria y a su vez generan inflamación en el hígado. En pocas palabras, son parte de un ciclo intenso de inflamación.

La inflamación crónica puede desencadenar procesos en el cerebro y el intestino que contribuyen al desarrollo o empeoramiento de la depresión.

¿Puede la depresión agravar la enfermedad hepática?

La depresión no solo afecta tu salud mental, sino que también puede afectar negativamente tu salud física, especialmente cuando tienes una enfermedad crónica como la enfermedad hepática.

En un estudio de casi 250,000 adultos de 60 países se encontró que las personas que tenían depresión y también una enfermedad crónica eran menos saludables que aquellas que tenían dos enfermedades crónicas pero sin depresión, o quienes solo tenían depresión sin una enfermedad crónica.

Existe evidencia de que la depresión y el sistema inmunológico se afectan mutuamente. Algunos estudios sugieren que la depresión puede debilitar el sistema inmunológico e impedir que cumpla su función de combatir enfermedades. Otros estudios sugieren que una disfunción en el sistema inmunológico puede ser un factor desencadenante de la depresión.

Cuando estás deprimido, es posible que no te llame la atención seguir el programa de ejercicio recomendado. Puede que prefieras consumir alimentos reconfortantes ricos en calorías en lugar de los que podrían ayudarte a mejorar tu enfermedad. Puede que no sientas motivación para tomar los medicamentos que te han recetado. La depresión también puede causar problemas para conciliar el sueño. Dormir mal puede afectar a la función inmunitaria. Todos estos efectos de la depresión pueden empeorar tu enfermedad.

Las investigaciones muestran que la depresión en aquellas personas que han recibido un trasplante de órgano puede aumentar el riesgo de que la persona rechace el órgano (lo que significa que el cuerpo no reacciona bien al nuevo órgano) o que no siga correctamente el tratamiento postrasplante, lo que incluye medicación y citas médicas de seguimiento.

¿Cómo puedes saber si tienes depresión?

Es normal sentir algo de estrés y ansiedad relacionados con tu nueva realidad después de un diagnóstico de enfermedad hepática. Pero si tu estado de ánimo bajo no mejora y comienza a interferir con tu vida diaria, tu autocuidado o tu sueño, podría ser más que estrés y ansiedad. Podrías estar experimentando depresión.

¿Algunos de estos síntomas te resultan familiares?

  • Sentirte triste, con ganas de llorar, vacío o sin esperanza
  • Estallidos de ira, irritabilidad o frustración
  • Pérdida de interés o placer en tus actividades normales o en cosas que antes disfrutabas
  • Cambios en el sueño, ya sea dificultad para dormir o dormir demasiado
  • Baja energía o cansancio extremo, lo que hace que las tareas pequeñas requieran un gran esfuerzo
  • Pérdida de apetito y pérdida de peso, o antojos y aumento de peso
  • Pensamiento, habla o movimientos más lentos
  • Sentimientos de inutilidad, culpa o concentración en los fracasos del pasado
  • Niebla cerebral, dificultad para concentrarse, olvidos o problemas para tomar decisiones
  • Dolores sin explicación, como dolores de espalda o de cabeza

¿Qué debes hacer en cuanto a la depresión?

Solo porque la depresión es más común en las personas con enfermedades crónicas no significa que debas "aguantarla". La combinación de una enfermedad crónica y la depresión puede hacer que la enfermedad sea más grave. Existen cambios en el estilo de vida y tratamientos efectivos para la depresión.

Primero, hay medidas que puedes tomar para manejar el estrés y la ansiedad relacionados con la enfermedad y evitar que se conviertan en depresión.

  • Duerme al menos 7 horas cada noche.
  • Explora actividades para aliviar el estrés, como meditación, respiración profunda y yoga.
  • Haz la mayor cantidad de ejercicio posible, ya que se sabe que reduce el estrés.
  • Dedícate tiempo y encuentra un pasatiempo que disfrutes, como leer, escuchar música o relajarte.
  • Prioriza tu vida social y mantente conectado con tus amistades.
  • Apóyate en tus familiares y amigos y pide ayuda cuando la necesites.
  • Observa tu rutina semanal y elimina las fuentes de estrés innecesarias.
  • Únete a un grupo de apoyo para personas con enfermedades hepáticas o crónicas.
  • Evita las formas negativas de aliviar el estrés, como beber alcohol, fumar o comer alimentos poco saludables en exceso.

Si estas estrategias no parecen ayudar, o si el estrés, la ansiedad y la depresión están interfiriendo con tu vida diaria, habla con tu médico. No debes sentir vergüenza de hablarle de tu estado de ánimo. La depresión es una afección de salud que puede y debe ser tratada, al igual que tu enfermedad hepática.

Cuando hables con tu médico sobre tu estado de ánimo, es posible que te:

  • Haga preguntas para obtener más detalles sobre tus síntomas
  • Pregunte qué medicamentos tomas en caso de que la depresión sea un posible efecto secundario
  • Realice un examen físico u ordene análisis de sangre para descartar otras condiciones de salud que puedan estar causando los síntomas

Tu médico podría recomendar:

  • Terapia de conversación. Este enfoque puede ayudarte a cambiar la forma en que piensas sobre tu situación y adoptar nuevas formas de afrontarla.
  • Medicamentos antidepresivos. Pueden tardar algunas semanas en hacer efecto, y es posible que tengas que probar varios antes de encontrar el que mejor funcione para ti.
  • Una combinación de medicamentos y terapia de conversación para obtener los mejores resultados.

Si has considerado o intentado hacerte daño o estás en una crisis de salud mental, no esperes hasta tu próxima cita médica. Busca ayuda de inmediato en una sala de emergencias o una línea de crisis.

Para comunicarte con  988 Lifeline, una línea nacional de prevención del suicidio y crisis de salud mental:

  • Llama o envía un mensaje de texto al 988.
  • Chatea en línea en 988lifeline.org/es.

Resumen

La MASLD puede afectar tu salud física, pero también tu bienestar mental y emocional. Muchas personas con enfermedad hepática, especialmente con la MASH, pueden desarrollar depresión por el estrés de vivir con una condición crónica, los efectos de los medicamentos o los cambios en su estilo de vida. 

Además, el daño en el hígado puede influir directamente en el cerebro, las bacterias del intestino y el azúcar en sangre, lo que puede causar problemas de ánimo y memoria. Buscar tratamiento es clave. La depresión sin tratar puede afectar más tu salud mental y física.

Ver Fuentes

Crédito de la foto: iStock/Getty Images

FUENTES

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