
Tu hígado es parte de tu sistema digestivo, por lo que es posible que solo pienses en él en términos de su función en la digestión. En realidad, todo tu cuerpo depende de tu hígado. Si tu hígado no está funcionando correctamente, con el tiempo, otros órganos también comenzarán a tener dificultades, incluido tu cerebro.
Muchos problemas hepáticos pueden causar un daño lo suficientemente grave como para afectar la función de otros órganos. Si tienes enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés) o esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH, por sus siglas en inglés) es importante entender la manera en que estas condiciones pueden causar problemas en el cerebro si no se tratan y controlan adecuadamente.
Veamos lo que tu hígado hace y por qué su función es fundamental para tu salud cerebral.
¿Qué hace tu hígado?
Tu hígado es tu órgano interno más grande. En comparación, la piel es el órgano más grande de tu cuerpo. Un hígado puede pesar hasta 3.5 libras y tener aproximadamente el tamaño de un balón de fútbol americano.
Tu hígado tiene muchas funciones importantes:
- Filtra sustancias tóxicas de la sangre, incluidas aquellas que el cuerpo produce y las que podrías ingerir a través del alcohol o los medicamentos
- Ayuda a regular la coagulación sanguínea
- Produce un líquido digestivo, llamado bilis, que ayuda a digerir las grasas y regula las bacterias intestinales
- Convierte el exceso de azúcar (glucosa) en glucógeno, una forma de azúcar que se almacena hasta que el cuerpo la necesita como energía
- Produce proteínas para el plasma sanguíneo, necesarias para transportar hormonas y nutrientes por todo el cuerpo, además de otras funciones esenciales
- Contribuye a la digestión
Cuando el daño hepático es lo suficientemente grave, independientemente de la causa, que bien podría ser la MASLD o la MASH, puede provocar problemas en el rendimiento cerebral, como dificultad para recordar cosas o pensar con claridad.
¿Cómo afecta tu hígado a tu cerebro?
No se conocen completamente todas las formas en que el hígado afecta la salud del cerebro. Sin embargo, algunas de sus funciones principales son fundamentales para el buen funcionamiento del cerebro.
¿Qué sucede cuando el hígado deja de filtrar toxinas?
Para empezar, el hígado actúa como un filtro para eliminar sustancias tóxicas del torrente sanguíneo. Algunas funciones normales del cuerpo producen toxinas de manera natural, y también puedes ingerir sustancias, como medicamentos o alcohol, que contienen toxinas. El hígado se encarga de eliminarlas.
Si alguna vez has estado ebrio, has experimentado de primera mano lo que sucede en el cerebro cuando el hígado no puede filtrar las toxinas de la sangre. La intoxicación alcohólica ocurre cuando consumes alcohol más rápido de lo que el hígado lo procesa. Como resultado, puedes sentirte confundido, olvidadizo y torpe, y tu estado de ánimo y comportamiento pueden cambiar. Sin embargo, estos efectos desaparecen una vez que el alcohol se elimina del cuerpo.
Si el daño hepático avanza hasta el punto en que el hígado ya no puede filtrar toxinas, ya sea que bebas alcohol o no, se acumulan en el torrente sanguíneo y afectan el sistema nervioso, incluido el cerebro. Esto provoca una afección llamada encefalopatía hepática.
La encefalopatía hepática comienza con algunos de estos problemas cognitivos:
- Confusión
- Pérdida de memoria
- Cambios en la personalidad o el estado de ánimo
- Falta de concentración
- Juicio deficiente
- Pérdida de movimientos finos de las manos, como la habilidad de escribir
Estos síntomas son similares a los efectos de la intoxicación alcohólica. Sin embargo, la encefalopatía hepática puede progresar y provocar síntomas más graves, hasta llegar a la inconsciencia o incluso el coma.
¿Cómo está relacionado el intestino?
El hígado produce un líquido digestivo llamado bilis, que ayuda a digerir las grasas y desempeña un papel clave en la regulación de las bacterias intestinales.
Puede que ya sepas que la composición general de bacterias en el intestino (también conocida como microbioma intestinal) tiene una variedad de efectos en la salud en general. Hay bacterias beneficiosas y bacterias dañinas, que pueden ayudar o lastimar de muchas maneras. Lo ideal es que tu microbioma intestinal sea muy diverso, y es importante que lo bueno supere a lo malo.
Cuando el hígado no puede producir bilis, las bacterias intestinales pueden desequilibrarse. Esto puede llevar a un aumento de bacterias dañinas y una reducción de las que son beneficiosas en el microbioma. Según investigaciones, el hígado y el intestino están en constante comunicación a través de estas bacterias, es decir, hay una “comunicación cruzada” entre el intestino y el hígado. Las bacterias buenas envían señales que producen efectos positivos en tu salud, mientras que las bacterias malas pueden hacer correr la voz para que ocurran cosas malas.
A medida que el daño hepático progresa, el microbioma intestinal puede deteriorarse aún más. Al mismo tiempo, a medida que ocurre este deterioro, puede empeorar la enfermedad hepática. Sin embargo, no solo el hígado y el intestino se comunican entre sí; las bacterias intestinales también envían señales al cerebro. Por lo tanto, un desequilibrio intestinal relacionado con una enfermedad hepática también puede provocar encefalopatía hepática, que causa pérdida de memoria, confusión y cambios de humor.
Los investigadores llaman a esta conexión entre el intestino, el hígado y el cerebro el "eje cerebro-intestino-hígado". El hígado actúa como intermediario entre los otros dos; recibe señales de las bacterias intestinales para llevar a cabo sus funciones y mantener la salud del cuerpo y del cerebro.
Sin embargo, los problemas en este eje, como los que ocurren cuando se padece la MASLD y la MASH, pueden hacer que el intestino libere sustancias dañinas en el cuerpo, lo que provoca inflamación generalizada y afecta el cerebro hasta alterar la capacidad de pensar con claridad.
¿Cómo ayuda el plasma sanguíneo al cerebro?
Además de su función en la regulación de las bacterias intestinales, los ácidos biliares también tienen funciones en el cerebro. La investigación sugiere que desempeñan un papel en la regulación del estado de ánimo y tienen una relación con la función cognitiva, las enfermedades neurodegenerativas y la encefalopatía hepática. La relación exacta entre los ácidos biliares y la salud cerebral, especialmente en la demencia y el envejecimiento, es un campo de estudio en crecimiento.
El hígado no solo produce bilis, sino que también ayuda a transportarla al cerebro.
A partir del plasma sanguíneo, el hígado fabrica proteínas, que transportan hormonas, nutrientes y bilis por todo el cuerpo, incluido el cerebro.
El cerebro necesita un suministro constante de nutrientes para funcionar correctamente. Si el hígado deja de producir proteínas del plasma sanguíneo, el cerebro no recibirá los nutrientes esenciales que necesita para su funcionamiento correcto.
¿Cómo afecta el azúcar en sangre al cerebro?
El hígado también regula los niveles de azúcar en la sangre. Esta, llamada glucosa, es la principal fuente de energía del cuerpo y proviene de alimentos y bebidas que contienen carbohidratos, como frutas, alimentos ricos en almidón (pan, pasta, arroz, papas) y productos endulzados con azúcar.
Cuando hay un exceso de glucosa en la sangre que el cuerpo no necesita de inmediato, el hígado la convierte en glucógeno y la almacena para su uso posterior.
Si el hígado está tan dañado que ya no puede cumplir esta función, los niveles de azúcar en la sangre aumentan. Cuando hay un exceso continuo de azúcar en la sangre, puede desarrollarse diabetes tipo 2.
La diabetes causa enfermedades vasculares, es decir, problemas relacionados con la circulación sanguínea en el corazón, las piernas y el cerebro. Las personas con diabetes tienen más probabilidades de desarrollar problemas cognitivos, como pérdida de memoria y dificultad para concentrarse o para organizar pensamientos y completar tareas complejas. La diabetes también parece conllevar un mayor riesgo de desarrollar demencia de Alzheimer y demencia vascular.
¿Cómo afecta la enfermedad hepática a tu cerebro?
Dado que la salud del hígado es fundamental para el funcionamiento del cerebro, tiene sentido que las enfermedades hepáticas, como la MASLD y la MASH, tengan efectos graves en la función cerebral. Estas enfermedades pueden provocar daños en el hígado que, con el tiempo, afectan las funciones de este órgano de las cuales depende el cerebro.
Además, los problemas metabólicos que conducen a la MASLD y la MASH también presentan riesgos adicionales para la salud cerebral:
Resistencia a la insulina y diabetes. La insulina es una hormona que las células necesitan para convertir el azúcar en energía. Cuando las células se vuelven resistentes a la insulina, no pueden usar el azúcar de manera eficiente, lo que provoca niveles altos de azúcar en la sangre y diabetes. La resistencia a la insulina y el exceso de azúcar en la sangre generan un estrés innecesario en el cerebro, que puede afectar las habilidades cognitivas.
Presión arterial alta. La hipertensión, o presión arterial alta, es un factor de riesgo conocido para la enfermedad cerebrovascular, un trastorno que afecta el flujo sanguíneo hacia y dentro del cerebro. Cada vez más estudios han demostrado que la presión arterial alta acelera el deterioro cognitivo y aumenta el riesgo de demencia vascular y enfermedad de Alzheimer.
Obesidad. Las células grasas pueden enviar señales inflamatorias al cerebro, lo que puede provocar inflamación cerebral y afectar la función cognitiva. La obesidad también suele estar asociada con un estado de inflamación crónica en todo el cuerpo, lo que se ha relacionado con un mayor deterioro cognitivo.
Cambios en el cerebro relacionados con la enfermedad hepática
Las investigaciones han identificado múltiples formas en las que la MASLD y la MASH afectan al cerebro.
En un estudio amplio con imágenes de resonancia magnética, se encontró que las personas con la MASLD o la MASH tenían cerebros más pequeños en comparación con aquellas personas que no tenían estas afecciones. La reducción del volumen cerebral es un proceso natural del envejecimiento, pero el estudio reveló que la enfermedad hepática parece acelerar este encogimiento.
Otros estudios de resonancia magnética han mostrado que las personas con la MASLD y la MASH tienen un menor flujo sanguíneo en el cerebro en comparación con aquellas sin estas enfermedades. La reducción del flujo sanguíneo al cerebro puede afectar la función cognitiva y aumentar el riesgo de derrames cerebrales.
Quienes padecen estas enfermedades hepáticas pueden presentar un mayor número de lesiones en la materia blanca del cerebro. Estas lesiones son un signo de enfermedad de los vasos sanguíneos pequeños en el cerebro y están asociadas con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, pérdida de memoria, deterioro cognitivo, depresión, discapacidad y muerte.
Estos cambios podrían explicar por qué los estudios muestran que las personas con alto riesgo de daño hepático tienen más probabilidades de experimentar dificultades en la función ejecutiva (habilidades necesarias para gestionar tareas diarias), el razonamiento abstracto (capacidad de analizar ideas y conceptos) y las habilidades cognitivas en general.
¿Cómo puedo proteger mi cerebro si tengo la MASLD/MASH?
El vínculo entre la enfermedad hepática y el deterioro cognitivo es claro. Sin embargo, tener la MASLD o la MASH no significa necesariamente que perderás la memoria o tus habilidades cognitivas.
Los efectos cognitivos suelen aparecer cuando la enfermedad está avanzada y el hígado ya está dañado. Puedes tomar medidas para frenar o detener la progresión de la enfermedad y, en algunos casos, revertirla.
Controla la diabetes, la presión arterial y el colesterol
Estas afecciones pueden contribuir al desarrollo de la MASLD/MASH. Si tienes alguna de ellas, sigue todas las indicaciones de tu médico para tratarlas. Toma los medicamentos según lo recetado por tu médico, trata de implementar los cambios en el estilo de vida recomendados y asiste a todas tus citas de seguimiento.
Trabaja en la pérdida de peso con tu médico
Mantener un peso saludable es clave para la salud del hígado y, a su vez, para la salud del cerebro. En algunas personas, la pérdida de peso puede revertir la enfermedad hepática. Pregúntale a tu médico cuál podría ser la estrategia de pérdida de peso más efectiva para ti. Además de las recomendaciones habituales de dieta y ejercicio, tu médico puede recetar medicamentos para bajar de peso o, en algunos casos, recomendar cirugía para bajar de peso.
Convierte el ejercicio en un hábito
Además de ayudar con la pérdida de peso, la actividad física regular es fundamental para la salud del hígado. Incluso si tomas medicamentos que te ayuden a bajar de peso, tu hígado necesita que te mantengas activo para funcionar correctamente.
Bebe café negro
El café negro con cafeína puede ayudar a frenar el daño hepático progresivo. De hecho, mientras más consumas, mejor. Si disfrutas del café negro, intenta consumir hasta tres tazas al día.
Mantente al día con las vacunas
Si tienes vacunas pendientes, agenda una cita lo antes posible. Es especialmente importante asegurarte de estar vacunado contra la hepatitis A y B, ya que estos virus pueden acelerar la insuficiencia hepática en personas con la MASLD/MASH. También existen otras vacunas importantes para quienes tienen enfermedades hepáticas crónicas, así que consulta con tu médico cuáles necesitas.
Evita sustancias que dañan el hígado
El alcohol puede empeorar la MASLD. La fructosa, un tipo de azúcar, también puede hacerlo. La fructosa natural presente en las frutas es segura, pero el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa que se encuentra en los dulces y las bebidas azucaradas no lo es, por lo que es mejor evitarlo. Por último, no tomes suplementos de "desintoxicación hepática". Aunque podrían parecer beneficiosos, en personas con la MASLD/MASH pueden sobrecargar el hígado con sustancias no probadas que podrían resultar dañinas.
Resumen
El hígado es el órgano sólido más grande del cuerpo. Ayuda a tu salud porque filtra toxinas de la sangre, produce bilis para la digestión y guarda energía en forma de glucógeno.
Cuando el hígado se daña, puede afectar funciones importantes, como la memoria y la manera en que piensas.
Las toxinas se acumulan en el cuerpo cuando existe un daño en el hígado. Esto puede causar encefalopatía hepática, una afección que provoca confusión, pérdida de memoria y cambios en el ánimo.
El eje cerebro-intestino-hígado muestra que los problemas en las bacterias del intestino y en el azúcar en la sangre pueden afectar al hígado y al cerebro, y aumentar el riesgo de deterioro mental y demencia.
Si tienes la MASLD o la MASH, cuida tu hígado para proteger tu cerebro. Controla tu diabetes, la presión arterial y el colesterol. Baja de peso, haz ejercicio con frecuencia y bebe café negro, pues hay estudios que indican que puede ayudarte. No tomes alcohol, bebidas azucaradas o suplementos sin antes hablar con tu médico. Es importante que también tengas al día todas tus vacunas.
Ver Fuentes
Crédito de la foto: iStock/Getty Images
FUENTES:
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Biblioteca Nacional de Medicina: “Loss of brain function - liver disease [Pérdida de función cerebral - enfermedad hepática]”.
Alzheimer’s Discovery Foundation: “How does the liver affect brain health? [¿Cómo afecta el hígado a la salud cerebral?]”.
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Nature Reviews Microbiology: “The gut-liver axis in gut microbiota in health and liver disease [El eje intestino-cerebro y la microbiota intestinal en la salud y enfermedad hepática]”.
Biomedicines: “The Gut Microbiota: How Does It Influence the Development and Progression of Liver Disease [La microbiota intestinal: cómo influye el desarrollo y la progresión de la enfermedad hepática]”.
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Harvard Medical School: “What's the connection between the gut and brain health? [¿Cuál es el vínculo entre el intestino y la salud cerebral?]”.
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Cleveland Clinic: “Plasma”; “Glycogen [Glucógeno]”; “Metabolic Dysfunction-Associated Steatotic Liver Disease (MASLD) [Enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD)]”.
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Biblioteca Nacional de Medicina: “White Matter Lesions [Lesiones en la materia blanca]”.
British Liver Trust: “Physical activity and exercise [Actividad física y ejercicio]”.
Mayo Clinic: “Lifestyle do’s and dont’s when managing MASLD, MASH and liver health [Qué hacer y qué evitar con el estilo de vida al manejar la MASLD, la MASH y la salud del hígado]”.